martes, 12 de febrero de 2013

Príncipe sapo

Sin querer, 
con dos sapos me encontré
mirándome con una extrañeza
más extraña que la rareza.

No quería interrumpirlos, 
pero me llamaron, 
señalándome un pequeño castillo
bajo ramas 

descendiendo en profundidades
acuáticas.

Tragué.

Avancé hacia ellos, mostrando la curiosidad
científica, realista y maravillosa
(como ese personaje de cabello blanco)
sintiendo no miedo a lo desconocido.



Me detuvieron desde mis pies
mostrándome una nota con letras manchadas,
el uno me dijo: Repítelas tres veces y el amo abrirá la puerta
y el otro me dijo: Cuando te abra la puerta, quédate quieta.

Nervios.

Y así fue…
“Algodón, algodón,
combina los colores
hasta una sonrisa formar hoy”.

Mi cuerpo paralizado, mi voz no expresaba
hasta que un hermoso príncipe se presentó;
piel pálida, cabello rubio y labios carmesí.

Me hipnotizó, dejándome caer en fantasía
llegando a mí la respuesta esperada.

Abro los ojos y ya estaba fuera
pregunté si podría decir gracias,
sin embargo, ellos me contaron que…
al príncipe puedes verlo una sola vez.

jueves, 7 de febrero de 2013

De otro mundo



A veces llegué a despreciarlos
por tan sólo el aspecto superficial y egocéntrico,
y malos
el miedo me alejó, creando un techo sin gotas de lluvia.

Invierno, primavera, pasaron...
quedando enterrados sentimientos primerizos
decidiendo estrechar mi brazo
se fue.

Todas las tardes poesiaba de él
donde la tinta temblaba al fuego
rodeando la pincelada azul
con puntos verdes.

Regresé a mi casa, sorprendida
pensando hasta qué lugar mi imaginación había llegado,
dormí, plácidamente
saliendo temprano en la mañana para el reencuentro.

Caminé despacito, como pasos de pequeña
mientras descansaba en el pasto,
sentí su poderosa respiración
despertando en quimera.

Me empujó, bramando mi rostro
luego me contempló
abrió sus ojos
y salió huyendo.

Aún no somos amigos
han pasados tres días desde aquel contacto
yo sigo escondiéndome tras los arbustos,
pero sé, que por las tardes y sobre todo en noches de luna
él me busca.

lunes, 4 de febrero de 2013

Segundo cotidiano

Me senté, me concentré y nada salió, ¿de dónde? De mi cabeza ¿o mente? Las ideas no salen como cuando el viento golpea las ramas de los árboles, sino que, te siguen y buscan, hasta encontrar al dueño o dueña de sonetos, donde sólo ellos podrán estar encargados de esparcir o esconder, ¿ocultar o enfrentar? Mejor miremos el cielo… ¿qué cosas hay hoy? Por la hora puedo ver un cielo en colores esparcidos, algunas nubes y la luna asomándose despacito, mientras alguien me manda una canción de Juan Antonio Chicoria Sánchez, escuchando cada nota en ojos cerrados, además, espero con ansias jugar en la casita de muñecas, recordando la hora del té, ir de compras y esperar al esposo. Mis lápices están junto a mí, siempre lo están, igual que cada vez que veo a mi hermana ella lleva su cámara, o en el momento que abrazo a mi peluche el monstruo come galletas y me cuenta cuentos cuando duermo, o pegar recortes formando un dibujo imaginado, ¿por quién? Por una adulta o niña, o bebé quizás. Al lado de mi casa un niño llora, ¿por qué? Dos opciones; manipulación o dolor, ¿por qué no existe una tercera, la neutra tal vez? Porque dime con quién andas y te diré quién eres.
Me dijo que escribiera sobre las cosas ricas de la vida, y al final, ni sé qué escribí.